Hoy es el último día del año.
De un año que en mi caso no ha sido muy amable. Aunque me mudé y cambié a un trabajo que me hace feliz; también perdí a un ser muy querido y mi relación sufrió más de un altibajo.
Si tuviera que quedarme con las cosas buenas, me quedaría con:
La mudanza.
Aunque la casa está aún un poco patas arriba todavía y me quedan muchos meses
de decoración, de proyectos, de DIY y de cambiar muebles de sitio, es una casa bastante ideal para mí y uno o dos gatetes.
El cambio de trabajo. Ya os he contado en varias ocasiones lo estupendos que son mis compañeros de trabajo y lo a gusto que estoy aquí. Las Traficantes se han convertido en un pilar más de mis días y aunque no sé si serán para siempre porque nada es seguro en esta vida, pero para un rato largo seguro que se quedan aquí.
Obi. Llegó a mi casa pequeño y asustado, con la cola torcida; y ahora se ha convertido en un gato enorme, castrado, muy sexualmente activo y el guardián de nuestra fortaleza.
Kamiopía. Lo abrí en Abril gracias a María José Soto y su podcast motivador. Y aunque hemos tenido altibajos, he conseguido terminar diciembre escribiendo un post cada día (Almu, me debes unos churros 😉) y tengo muchos planes para él para el año que viene.
Moon. A pesar de la distancia de su año de Erasmus, nuestra amistad no ha cambiado ni una pizca, y cada vez que nos vemos sigue siendo tan estupendo como esa primera comida de hace varios años ya que hizo que nos hiciésemos amigas.
Al año que viene le pido más altos y menos bajos, pasar por la vida tomándome las cosas con más calma, conseguir levantarme pronto, lanzar alguno de mis proyectos, terminar alguno de mis libros y sonreír más que llorar.
Al final y al cabo, ahora tengo algo en los brazos que me lo recuerda:
El cambio de trabajo. Ya os he contado en varias ocasiones lo estupendos que son mis compañeros de trabajo y lo a gusto que estoy aquí. Las Traficantes se han convertido en un pilar más de mis días y aunque no sé si serán para siempre porque nada es seguro en esta vida, pero para un rato largo seguro que se quedan aquí.
Obi. Llegó a mi casa pequeño y asustado, con la cola torcida; y ahora se ha convertido en un gato enorme, castrado, muy sexualmente activo y el guardián de nuestra fortaleza.
Kamiopía. Lo abrí en Abril gracias a María José Soto y su podcast motivador. Y aunque hemos tenido altibajos, he conseguido terminar diciembre escribiendo un post cada día (Almu, me debes unos churros 😉) y tengo muchos planes para él para el año que viene.
Moon. A pesar de la distancia de su año de Erasmus, nuestra amistad no ha cambiado ni una pizca, y cada vez que nos vemos sigue siendo tan estupendo como esa primera comida de hace varios años ya que hizo que nos hiciésemos amigas.
Al año que viene le pido más altos y menos bajos, pasar por la vida tomándome las cosas con más calma, conseguir levantarme pronto, lanzar alguno de mis proyectos, terminar alguno de mis libros y sonreír más que llorar.
Al final y al cabo, ahora tengo algo en los brazos que me lo recuerda:
Tengo la fuerza, sigo cantando. 😊
Precioso mensaje para empezar el año con ganas!! Cierta personita se apunta a estar en esos altos y ayudar a pasar los bajos (a ver si este año son menos)
ResponderEliminarFeliz año 2019!
¡¡Muchas gracias cariño!! Tranquila, que no pensaba dejarte escapar tan fácilmente :) Un besito!! :)
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