1/12/18

Christmiopía #1. Un calendario de adviento diferente




Hace unos años yo vivía en una casa. Como todos, diréis. Pues no, porque esta era una casa especial. Y es que vivía con una persona que también era muy especial.

N. me salvó un poquito la vida. Me acogió cuando mi vida estaba un poco hecha trozos y me ayudó a ver que se puede querer sin conocer. Luego me rompió un poco el corazón, pero eso es otra historia.

Una de las ideas geniales de N. fueron los calendarios de adviento hechos de frases. Y de eso os quiero hablar hoy.


MATERIALES NECESARIOS

Los materiales que necesitaréis son muy sencillos:
  • Una pequeña pizarra, preferiblemente en la cocina.
  • Un tarrito que podéis decorar a vuestro gusto con motivos navideños.
  • Un cordel que no hace falta que sea muy largo
  • 25 pequeñas pinzas 
  • 25 papelitos y unos cuantos bolígrafos

PROCEDIMIENTO

El último día de noviembre, o la última semana si sois de los que necesitan pensarse un poco las cosas, se hace un reparto de los días de Adviento.

Nosotros éramos 5, así que era sencillo: tocábamos a 5 días por persona.

¿Qué significaba esto? Que cada uno de nosotros tenía que buscar (o inventar, claro, que aquí no queremos frenar la creatividad de nadie) y escribir en papelitos, 5 frases que le animaran, le motivaran, le hicieran pensar o simplemente le gustara como sonaran.

Una vez elegidas y escritas, las metíamos todas en el frasquito, cerrábamos, agitábamos bien como si de una receta se tratase y dejábamos el frasquito en un rincón visible de la casa.

A partir de ahí, la dinámica es muy sencilla:

Colgamos el cordel cerca de la pizarra y las 25 pinzas de él. Personalmente recomiendo la cocina porque es el espacio donde suelen coincidir todos los habitantes de la casa.

Cada noche a la hora de la cena toca sacar un papelito del frasquito. Digo noche porque era la hora a la que coincidíamos todos. Pero aquí, cada cual lo hace a su manera.

La frase sacada, la escribíamos en la pizarra (totalmente anónimo todo, claro) y el papelito original lo colgábamos en el cordel.

Luego a veces nos pasábamos un rato debatiendo sobre lo que pensábamos de la frase: cómo nos hacía sentir, que nos invitaba a hacer... Pero esto también es a gusto del consumidor.

El último día del calendario, o el primero que nos viniera bien, releíamos todas las frases otra vez y votábamos. Cada uno seleccionaba, no recuerdo si 3 o 5 frases y las puntuaba de mayor a menor (de 1 a 3, o de 1 a 5).

Tras una larga reflexión, muchos cálculos matemáticos y mucho debate, salía finamente la frase ganadora del año, cuyo autor se solía llevar un pequeño obsequio simbólico.

Como veis, una idea muy sencilla, muy económica y que invita a pasar un buen rato en familia.

¿Qué os parece a vosotros la idea? ¿Tenéis también algún calendario de adviento original que se haga en vuestras familias, o alguna tradición que es solo vuestra? ¡Contadme en los comentarios! 😊

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