18/2/19

24 inviernos.



24 inviernos y este es el primero que no ha nevado desde que yo recuerdo. Aunque igual eso sea bueno, igual es que soy más de primaveras que de inviernos y este vaya a ser mi año por fin.


No os quiero mentir. Me dan miedo los 24. No tanto como los globos o los partidos políticos de extrema derecha, pero sí un poco. 

El 15 de febrero lo viví en modo negación. En modo noquieronoquieronoquiero, amínadiemehapreguntadosiqueríacumpliraños, porquétienequepasarmeamíesto y quieroquedarmeenlos23porsiempre. Pero luego me desperté el 16, soplé las velas, escuché La Raíz de camino al trabajo, casi me eché a llorar de la emoción gracias a mis compañeras, y se me pasó todo.

Todos los años elijo una palabra para definir un año, mis pequeños rituales... En enero de 2019 elegí la palabra valentía. Para recordarme que este año tenía que tomar decisiones que me daban miedo, que tendría que saber distinguir cuando valía la pena luchar y cuando lo valiente sería despedirse. Para saltar si era lo correcto y hacer cosas nuevas. Quizás para viajar. Seguro que para conseguir plantarme y que mi voz se escuche.

En eso creo que he progresado mucho. Sigo siendo callada y tímida, más oyente que ponente; y dando vueltas a las cosas muchas veces antes de decirlas, pero siendo escuchada cuando tengo algo importante que añadir. Quizás también porque me rodeo de gente que quiere escucharme.



Eso es otra cosa que quiero seguir cambiando a mis 24: las personas. Comencé con ello a los 23 y pienso seguir por ese camino. Sé que lo normal es estar rodeado de gente, los grupos y las fiestas, pero qué le voy a hacer si a mí no me gustan las "amistades de discoteca". 

Quiero que la gente que esté, sea solo de los que valgan la pena. A los que pueda responder con sinceridad cuando me preguntan "qué tal estás", los que entiendan mis decisiones aunque no las compartan, sobre todo los que las respeten. De esos. Y quizás no sean mucha gente, pero serán los que valgan la pena.

¿Objetivos para los 24? Que cada decisión que tome me lleve hacia mis sueños, tener más ovarios cuando haga falta y encontrar el equilibrio entre la punki que era a los 17 y las mujer a la que empiezo (y quiero) parecerme.

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